El lado bueno de la crisis
Cuando el desastre ocurre, las personas se unen. A lo largo de los peores momentos de nuestra vida, podemos llegar a experimentar nuestro mejor estado emocional. Esto es lo que podemos aprender de ello.
A los humanos no nos importa la adversidad, de hecho la necesitamos; lo que nos importa es no sentirnos necesarios y la sociedad moderna ha perfeccionado el arte de hacer sentir a las personas innecesarias.
– Sebastian Junger
Beneficios de la adversidad
Cuando azotó la segunda guerra mundial en 1939, el gobierno Británico temía lo peor. Con ciudades importantes como Londres y Manchester viviendo violentos bombardeos por parte de la fuerza aérea alemana, los líderes estaban seguros que un quiebre social era inminente. Después de todo los civiles no estaban preparados de ninguna manera para la guerra.
- ¿Cómo lidiarán con un cambio tan radical a la vida cómo la conocían?
- ¿Cómo responderían al temor constante de morir o ser lastimados?
- ¿Habría disturbios, robos o brotes psicóticos en masa?
No temas al desastre
¿Qué podemos aprender de lo que estamos viviendo? Lo primero: No debemos esperar lo peor de las personas. Sí, definitivamente habrá oportunistas y muchas personas verán primero por ellos mismos a expensas de otras, probablemente los millonarios no compartan su fortuna con los más necesitados. Pero en general, la historia ha demostrado que un quiebre en conjunto es poco probable. En lugar de eso, encontramos nuevas formas de sortear los obstáculos y prosperar.
Durante la segunda guerra mundial, hubo miedo de que los Británicos resintieran la presencia de 2M de soldados americanos en su país. Después de todo, significaría
Los expertos predijeron 600,000 mil muertes y 1.2 millones de heridos por los bombardeos. En el gobierno esperaban tres veces más muertes por daño psiquiátrico que físico. Los oficiales evaluaron cómo la población respondería a la inestabilidad financiera, poca comida y problemas con el transporte y servicios básicos como: agua, luz y gas.
A pesar de todas las expectativas el quiebre nunca llego. El número de muertes fue mucho menor a lo predicho, en parte gracias a las medidas de seguridad. De hecho los bombardeos causaron el efecto contrario al esperado por los atacantes: El pueblo Británico resulto más resiliente de lo que nadie hubiera redecido. La moral permaneció en alto y no hubo ningún incremento importante en problemas de salud mental. Los suicidios se redujeron; incluso algunas personas cocn historial de problemas psicológicos reportaron sentirse mejor.
Las personas en las ciudades se unieron y organizaron como comunidad de una forma nunca antes vista. Un nuevo sentido de union colectiva llevo a muchos a experimentar mejor salud mental que nunca antes. Aquellos niños que permanecieron con sus padres se encontraron mejor que los que fueron evacuados.
Sabemos cómo adaptarnos a la adversidad
Puede que nos de pena admitirlo, la naturaleza humana está hecha para las crisis.
Los desastres nos obligan a unirnos y olvidar nuestras diferencias. Los efectos de la segunda guerra mundial en los Británicos no fueron exclusivos. Aquellas ciudades que sufrieron menor daño tuvieron peores consecuencias psicológicas. Una situación similar se vivió después del 11 de Septiembre.
Cuando la normalidad aparece de nuevo, muchos extrañan la solidaridad que se vivió en los tiempos inciertos. Nuestros ancestros vivieron bajo condiciones mucho más difíciles que nosotros y ese mismo entorno requería de solidaridad y colaboración. Aquellos que trabajaban juntos tenían mayores probabilidades de sobrevivir y la evolución favoreció el altruismo.
Among modern foraging tribal groups, the punishments for freeloading are severe. Execution is not uncommon. As severe as this may seem, allowing selfishness to flourish endangers the whole group. It stands to reason that the same was true for our ancestors living in much the same conditions. Being challenged as a group by difficult changes in our environment leads to incredible community cohesion.
Many of the conditions we need to flourish both as individuals and as a species emerge during disasters. Modern life otherwise fails to provide them. Times of crisis are closer to the environments our ancestors evolved in. Of course, this does not mean that disasters are good. By their nature, they produce immense suffering. But understanding their positive flip side can help us to both weather them better and bring important lessons into the aftermath.
Abrazando la adversidad
Las buenas épocas no hacen buenos ciudadanos.
La belleza y tragedia del mundo moderno es que elimina muchas de las situaciones que requieren que las personas muestren un sentido de compromiso al bien colectivo.
A medida que la vida se va volviendo más sencilla; se vuelve fácil irse desconectando de ella. Piénsalo por un momento, ahora podemos resolver todas nuestras necesidades básicas con relativa facilidad, lo que evita que generemos conexiones fuertes para lograr un bien común. En un día normal, rara vez necesitamos apoyar a nuestras comunidades o hacer sacrificios por los demás.
Además, nuestra riqueza no parece hacernos más felices. A medida que el nivel de vida y urbanización en una ciudad mejora, las tasas de depresión y suicidio tienden a elevarse, no a bajar como sería de esperarse. Creemos que aquellos que tienen en abundancia escaparán del sufrimiento, pero hasta cierto punto esta riqueza puede hacernos más frágiles
El deterioro de la salud mental en la sociedad moderna tiene mucho que ver con nuestro abandono del sentido de comunidad – lo que explica por qué el desastre puede mejorar nuestra salud mental a pesar de sus consecuencias negativas. Cuando la situación amerita que hagamos sacrificios tendemos a trabajar juntos para sobrevivir y esto alivia nuestra desconexión de otros. El desastre mejora nuestra resistencia como comunidad.